jueves, 25 de diciembre de 2008

Diciembre 8 - Julieta


Recorrido desde el Parque Lezama a …. Polo petroquímico.
En bicicleta.

  Tensión entre el paisaje sonoro y el paisaje visual .

El sonoro se construye con una ciudad apagada. La cumbia quedó atrás, los colectivos también. Las avenidas fueron sólo un par de transversales, ya lejos. Acá hay pajaritos, ventisca en los árboles, alguna radio dentro de un auto. Tranquilidad y día de campo. Falta el campo.

El agua es amarilla. Azufre. El olor es químico. Los objetos conteiners. Camiones estacionados. Carne de pescado. Garita militar, reja y propiedad privada. Torres de ladrillos. Humo de fábrica. Carteles que llaman a mantener limpio. Mugre entre la maleza y la humedad.

Parece ser el lugar elegido para un feriado distendido. Familias hacen picnic al lado del taxi con puertas abiertas. La gente bebe. Padres e hijos pescan a orillas de la catarata ácida. Amarillo. ¿De qué color es este río?

El recorrido y el espacio me atraen, y no puedo concentrarme en ensayar definiciones para el “espacio negativo”. Estoy atraída en esa tensión. Puedo caminar, bajar, cruzar alambres, tantear las velocidades de la bicicleta según las quietudes del entorno. No puedo concepto. Hay espacio para meterse en el espacio. No cierra. No se entiende. Hay grieta. Hay hueco. Hay veladura. Somos el elemento humano…. Será el vacío de los chinos?

Hay un barco gigante estacionado en la tierra. Una inmensa hélice entre los yuyos detrás del alambrado. Una bañadera llena de escombros. Una planta pinchuda se adueñó de una ventana. Un puente que no pasa por arriba de nada. Conecta nada con anda.

Un río que no se utiliza como fuente de agua. Un alambre de púa que se cruza por sus abolladuras. Una playa de estacionamiento sin vehículos.

Tal vez los espacios en negativo tengan que ver con la función que pretenden y la realidad que les opera. Claramente en esa tensión, en ese hiato que se crea, hay espacio. Hay tiempo. Hay por donde meterse.

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